ENVÍOS A TODO EL PAÍS
Colville y Francine, en su infancia, vivieron con su familia en un refugio subterráneo construido por una Iglesia, a la espera del fin del mundo, que ocurriría a fines de marzo de 1990. Mientras el barrio en el que vive Francine busca a una niña desaparecida (¿Caroline?), Colville aparece, después de muchos años, para ayudar en la búsqueda. Ese momento dispara múltiples recuerdos del tiempo en el que todos se preparaban para el apocalipsis. A partir de esta historia, Peter Rock nos introduce en un capítulo breve de la historia religiosa de Estados Unidos con el fin de explorar sobre el peso del pasado y los vínculos de amistad. Con una prosa descriptiva y repleta de compasión, el autor combina realismo y misticismo, mientras pone de relieve las extrañezas y claroscuros de la civilización y la experiencia humana.
El cañón salía al descampado. A la intemperie, había mucho viento; siempre teníamos tierra en la boca. Seguíamos caminando, pasábamos un viejo tipi que había levantado mi papá, los silos de aceite que iban a enterrar. Ahí adentro iban a vivir personas, cuando el mundo que nos rodeaba no existiera más.
Colville y Francine, en su infancia, vivieron con su familia en un refugio subterráneo construido por una Iglesia, a la espera del fin del mundo, que ocurriría a fines de marzo de 1990. Mientras el barrio en el que vive Francine busca a una niña desaparecida (¿Caroline?), Colville aparece, después de muchos años, para ayudar en la búsqueda. Ese momento dispara múltiples recuerdos del tiempo en el que todos se preparaban para el apocalipsis. A partir de esta historia, Peter Rock nos introduce en un capítulo breve de la historia religiosa de Estados Unidos con el fin de explorar sobre el peso del pasado y los vínculos de amistad. Con una prosa descriptiva y repleta de compasión, el autor combina realismo y misticismo, mientras pone de relieve las extrañezas y claroscuros de la civilización y la experiencia humana.
El cañón salía al descampado. A la intemperie, había mucho viento; siempre teníamos tierra en la boca. Seguíamos caminando, pasábamos un viejo tipi que había levantado mi papá, los silos de aceite que iban a enterrar. Ahí adentro iban a vivir personas, cuando el mundo que nos rodeaba no existiera más.